Baterista de Grupo Maná, Sufre una tremenda caida
Alex de maná cae en pleno show y sigue tocando en dallas

Si te perdiste el clip que explotó en TikTok, aquí va la historia que está corriendo por todos lados: Alex de Maná, el baterista ícono de la banda tapatía, se pegó “un tropezón de novela” en pleno concierto en Dallas, pero se levantó de inmediato y no soltó las baquetas. Sí, tal cual: caída en el escenario, ruido de platillos por los aires y, segundos después, el “Animal” de la batería de vuelta al compás como si nada. El video, grabado por una fan, se volvió viral en cuestión de horas y encendió el debate en redes: ¿fue un descuido, una acrobacia que salió mal o simple adrenalina de show en vivo?
En las imágenes se ve a Alex González subirse al banquito de la batería, girar para calentar a la crowd y, en ese vaivén, perder el equilibrio. El golpe arrastra parte del set —platillos, herrajes, el eco metálico— y por un segundo el público queda en silencio. Pero Alex, en modo profesional, se sacude el polvo, ajusta el asiento, levanta una pieza y sigue marcando el ritmo. Mientras tanto, el resto de Maná continúa la rola como si la cosa fuese parte del guion. Puro oficio y temple de escenario.
Hasta ahora, no hay comunicado oficial sobre lesiones. Lo que sí hay es alivio entre los fans: al verlo incorporarse solo y terminar la canción, muchos respiraron. Versiones cercanas a la gira señalan que no se reportaron fracturas ni golpes de cuidado; más bien, un “se sacó la mostaza” que quedará en la anécdota. Entre comentarios, se repiten los mensajes de apoyo: “crack”, “leyenda”, “así se hace un show”, y los inevitables memes que ya coronaron al baterista como el rey del “me caigo, pero no me rompo”.
¿Por qué esta escena atrapó tanto? Porque resume lo que enamora del directo: el riesgo. En un mundo de tomas perfectas y filtros, el vivo todavía permite ese margen de error que humaniza a las estrellas. Y cuando un músico del calibre de Alex de Maná se cae, pero se para y sigue, lo que ves es carácter. Para una generación que consume conciertos a través del teléfono, este clip es vitamina de realidad. Ahí no hay playback ni doble: hay sudor, reflejos y un público que, tras el susto, aplaude el regreso al beat.
También hay una lección para quienes creen que el show lo hace el led wall: el espectáculo lo sostienen el oficio y la conexión. Un resbalón puede romper la magia o, como esta vez, reforzarla. Además, la reacción inmediata del equipo técnico —recogiendo piezas, ajustando micrófonos— recordó que detrás de cada golpe de bombo hay una maquinaria humana que sostiene la función. Y sí, la caída en el escenario ya suma millones de vistas, pero el verdadero highlight es ese segundo en que el músico decide no cortar la energía y convertir el tropezón en parte del relato.
Con o sin comunicado, lo sucedido en Dallas deja un titular claro: Maná mantiene su reputación de banda que no abandona el escenario. Y Alex, fiel a su apodo, demuestra que su pegada no se reduce a la batería: también es resiliencia pura. ¿Moraleja? En vivo, los mitos no se forjan evitando el error, sino tocando mejor después de él.
Ahora que el video sigue escalando y los comentarios no paran, la discusión queda servida: ¿los artistas deberían arriesgar con acrobacias y momentos de adrenalina en el escenario para encender al público, o es hora de bajar la intensidad y priorizar la seguridad por encima del espectáculo?